Inteligencia artificial en manos jóvenes: oportunidades y riesgos en la era digital
La inteligencia artificial (IA) ha llegado para quedarse, y aunque suena como algo futurista, ya mantiene una presencia constante en nuestra vida cotidiana. Para las niñas, niños y adolescentes, se manifiesta de manera directa en las aplicaciones que usan, en los asistentes de voz, en los filtros de redes sociales, en videojuegos e incluso en herramientas educativas. Esto presenta una gran oportunidad para el aprendizaje y la creatividad, pero también conlleva riesgos importantes. La pregunta es cómo podemos aprovechar sus beneficios y, a la vez, proteger a los más jóvenes de sus posibles peligros.
Antes que nada, es importante entender qué es la inteligencia artificial. La IA es una tecnología que permite a las máquinas aprender, analizar y tomar decisiones. Aunque pueda parecer que “entiende” a sus usuarios, en realidad, la IA solo sigue patrones programados y se adapta con base en los datos que recibe. Para los jóvenes, esto significa que están interactuando con una tecnología que imita ciertos aspectos de la inteligencia humana, pero que carece de emociones y de verdadero contexto sobre el mundo en que vivimos.
La IA ofrece a los menores de edad muchas herramientas valiosas que pueden facilitar el aprendizaje y fomentar su creatividad. Por ejemplo, existen aplicaciones educativas que adaptan el contenido al ritmo y estilo de cada niño, permitiendo que cada uno aprenda a su propio paso y reciba ayuda específica en las áreas donde más lo necesita. También hay plataformas que enseñan programación y robótica, ofreciendo una forma divertida y práctica de introducir a los jóvenes en el mundo de la tecnología. Además, las herramientas de IA para la creatividad permiten a los jóvenes crear música, arte y hasta sus propias historias interactivas, lo que despierta su imaginación y les da una oportunidad de experimentar de manera única.
Pero, como toda tecnología poderosa, la IA también conlleva riesgos. Uno de los mayores peligros para los jóvenes es el riesgo para su privacidad. Algunas aplicaciones de IA recopilan datos personales, y aunque esto puede ayudar a personalizar la experiencia de los usuarios, también significa que hay información sobre ellos circulando en la red. En el caso de los jóvenes, que aún no comprenden del todo el valor de su privacidad, esto puede resultar particularmente riesgoso. No siempre son conscientes de lo que significa compartir su información en línea, y una vez que esos datos están en la red, es difícil recuperarlos.
Otro riesgo que ha generado preocupación es la adicción a la tecnología. Muchas plataformas que utilizan IA, como las redes sociales y los videojuegos, están diseñadas para captar la atención del usuario y hacer que pase el mayor tiempo posible en ellas. Para los jóvenes, esto significa que pueden quedar atrapados en ciclos de uso prolongado, lo que limita el tiempo que dedican a otras actividades importantes, como los estudios, el deporte o las interacciones sociales cara a cara.
Un área que merece atención especial es el uso de herramientas de chat basadas en inteligencia artificial. Muchos jóvenes encuentran atractivo interactuar con asistentes o bots de IA, ya sea por curiosidad o para obtener respuestas rápidas a sus preguntas. Sin embargo, la mayoría de estos sistemas no están diseñados específicamente para responder a las preguntas o necesidades de los menores. Por ejemplo, aplicaciones de IA como ChatGPT y Copilot suelen estar dirigidas a usuarios de 13 años o más, y recomiendan supervisión de un adulto para adolescentes, debido a la posibilidad de generar respuestas inapropiadas para su edad.
A veces, los modelos de IA pueden producir respuestas con contenido que no es adecuado para niñas, niños y adolescentes, exponiéndolos a temas que podrían ser confusos o incluso perturbadores. Dado que estos sistemas no tienen capacidad para reconocer la edad o nivel de madurez del usuario, también existe el riesgo de que den consejos imprecisos o peligrosos en temas delicados como seguridad, salud mental o relaciones personales. Las IA están programadas para responder con base en patrones de lenguaje, pero tienen limitaciones significativas en la comprensión de contexto emocional y en la capacidad de brindar apoyo adecuado en situaciones emocionales complejas.
Es importante recordar que estos sistemas no cuentan con una “conciencia” y que su “empatía” es simulada, lo que significa que sus respuestas pueden carecer de la sensibilidad que los menores necesitan. Sin una comprensión real del contexto o de las intenciones del usuario, la IA podría reforzar información incorrecta o, sin querer, aumentar la ansiedad de los jóvenes. Este es un riesgo importante porque, al confiar en estas herramientas, los jóvenes pueden asumir que sus respuestas son siempre adecuadas o confiables, cuando en realidad están limitadas por la programación y datos con los que fueron entrenadas.
Otro riesgo es la manipulación de la realidad. Con el avance de la IA, es cada vez más común ver imágenes y videos manipulados, conocidos como “deepfakes”, que pueden hacer que los jóvenes confundan lo real con lo falso. Este tipo de contenidos puede afectar su percepción de la realidad y hacerlos más susceptibles a creer en información falsa o distorsionada.
Frente a todos estos desafíos, resulta esencial promover un uso ético y responsable de la inteligencia artificial. Los menores de edad deben entender que la IA es una herramienta poderosa que puede usarse tanto para el bien como para el mal. Es crucial enseñarles a pensar críticamente sobre la información que reciben, a cuestionar las fuentes y a reflexionar sobre las consecuencias de usar tecnología. Es importante que comprendan, por ejemplo, que la IA puede contribuir al bienestar de las personas, como en la medicina o el medio ambiente, pero también puede usarse de forma negativa, como en casos de ciberacoso o robo de identidad.
Para que los jóvenes puedan beneficiarse de la IA de manera segura, es fundamental que padres y educadores establezcan ciertos límites y normas de uso. Supervisar las interacciones de los menores con herramientas de IA y asegurarse de que las aplicaciones utilizadas sean adecuadas para su edad es un primer paso. Además, es importante enseñar a los jóvenes a identificar información falsa y a desconfiar de consejos que no tengan fundamento en hechos o en el criterio de adultos de confianza.
Establecer límites de tiempo para el uso de aplicaciones de IA también es clave, especialmente en aquellas que pueden ser más adictivas, como las redes sociales y los videojuegos. Elegir plataformas seguras y adecuadas para niños es otra medida de protección, ya que existen herramientas que están diseñadas específicamente para ellos y que siguen estándares de seguridad infantil.
Otra manera efectiva de ayudar a los jóvenes a entender y usar la IA de forma segura es a través de actividades educativas. Por ejemplo, se pueden realizar proyectos de programación básica, donde los menores aprenden sobre la creación de inteligencia artificial y su funcionamiento. Los juegos de simulación ética también pueden ser una herramienta útil, ya que permiten que los jóvenes tomen decisiones dentro de un entorno controlado, reflexionando sobre el impacto social y moral de la tecnología.
En última instancia, la inteligencia artificial tiene el potencial de ser una herramienta maravillosa para las niñas, niños y adolescentes, pero es fundamental que su uso esté guiado y supervisado. Los padres, los educadores y los mismos jóvenes deben tomar decisiones informadas sobre cómo interactuar con la IA, entendiendo tanto sus beneficios como sus limitaciones y peligros. Solo a través de la educación, el acompañamiento y un diálogo constante podemos transformar la IA en un recurso que, lejos de representar un riesgo, sea una fuente de aprendizaje y crecimiento para las nuevas generaciones. Construir un futuro digital seguro y positivo es una tarea que nos incumbe a todos.